La gran "chismosa" de la Resurrección



"Ay de mí si no evangelizo" decía San Pablo.
Y es cierto. El fuego interno no se apaga, sino hasta que sale a "incendiar" todo lo que encuentre.
No es ciertamente un fuego físico, sino un fuego espiritual- Y quema.
De ello nos habla el Catecismo, que está por supuesto basado en la Biblia, palabra de Dios escrita.

Comparto por lo tanto la parte donde el Catecismo nos habla de la evangelización, así como otros enlaces externos interesantes que corazones.org ha publicado. Asi como mi opinión muy personal en forma de podcast

Etim.: Latín evangelium; del griego euangelion, buena noticia, premio por traer buena noticia: eu- buena, +angelos, mensajero)

Evangelización es la proclamación del Evangelio con el fin de atraer a todos a Cristo y a su Iglesia.Para evangelizar hay que vivir el Evangelio. Esto es posible por la obra del Espíritu Santo y nuestro compromiso. Todo bautizado ha de ser un evangelizador. 


Evangelio: "Vosotros sois la luz del mundo. No se puede esconder una ciudad edificada sobre un cerro. No se enciende una lámpara para ocultarla, sino para ponerla en un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa. Por eso que vuestra luz brille ante los hombres para que vean sus buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos" -Mt 5,14-16

S.S. Juan Pablo II, al comenzar el Tercer Milenio nos llamó a "remar mar adentro" y comprometernos en una "Nueva Evangelización": "Nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión".  Se debe evangelizar a las personas y también a la cultura.

La historia de Esteban nos dice mucho. Por ejemplo, nos enseña que no hay que disociar nunca el compromiso social de la caridad del anuncio valiente de la fe. Era uno de los siete que estaban encargados sobre todo de la caridad. Pero no era posible disociar caridad de anuncio. De este modo, con la caridad, anuncia a Cristo crucificado, hasta el punto de aceptar incluso el martirio. Esta es la primera lección que podemos aprender de la figura de san Esteban: caridad y anuncio van siempre juntos. -Benedicto XVI, Enero, 2007>>

¿Es suficiente invitar a otros a seguir su conciencia y ser buenos seres humanos sin apuntar a la conversión a Cristo y a la fe católica?
¿Es posible salvarse "sin un conocimiento explícito de Cristo y sin una incorporación formal a la Iglesia".
 Ver: -Nota Doctrinal acerca de algunos aspectos de la Evangelización", 

Congregación para la Doctrina de la Fe, 14 Dic, 2007

Evangelización entre cristianos no católicos"Cuando la evangelización católica se lleva a cabo en un país donde viven cristianos no católicos los católicos deben cumplir la propia misión prestando la máxima atención al "verdadero respeto por sus tradiciones y riquezas espirituales" y "con un sincero espíritu de cooperación". La evangelización puede progresar con el diálogo y no con el proselitismo". -Nota Doctrinal acerca de algunos aspectos de la Evangelización" , 

Congregación para la Doctrina de la Fe, 14 Dic, 2007



"EVANGELII NUNTIANDI"-San Juan Pablo II


PRIMERA PARTE 

LA PROFESIÓN DE LA FE

SEGUNDA SECCIÓN:

LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA

CAPÍTULO SEGUNDO

CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS



La Buena Nueva: Dios ha enviado a su Hijo

422. "Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la Ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva" (Ga 4, 4-5). He aquí "la Buena Nueva de Jesucristo, Hijo de Dios" (Mc 1, 1): Dios ha visitado a su pueblo (cf. Lc 1, 68), ha cumplido las promesas hechas a Abraham y a su descendencia (cf. Lc 1, 55); lo ha hecho más allá de toda expectativa: Él ha enviado a su "Hijo amado" (Mc 1, 11).

423 Nosotros creemos y confesamos que Jesús de Nazaret, nacido judío de una hija de Israel, en Belén en el tiempo del rey Herodes el Grande y del emperador César Augusto I; de oficio carpintero, muerto crucificado en Jerusalén, bajo el procurador Poncio Pilato, durante el reinado del emperador Tiberio, es el Hijo eterno de Dios hecho hombre, que ha "salido de Dios" (Jn 13, 3), "bajó del cielo" (Jn 3, 13; 6, 33), "ha venido en carne" (1 Jn 4, 2), porque "la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad [...] Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia" (Jn 1, 14. 16).

424 Movidos por la gracia del Espíritu Santo y atraídos por el Padre nosotros creemos y confesamos a propósito de Jesús: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16). Sobre la roca de esta fe, confesada por San Pedro, Cristo ha construido su Iglesia (cf. Mt 16, 18; san León Magno, Sermones, 4, 3: PL 54, 151; 51, 1: PL 54, 309B; 62, 2: PL 54, 350C-351A; 83, 3: PL 54, 432A).

"Anunciar... la inescrutable riqueza de Cristo" (Ef 3, 8)
425 La transmisión de la fe cristiana es ante todo el anuncio de Jesucristo para conducir a la fe en Él. Desde el principio, los primeros discípulos ardieron en deseos de anunciar a Cristo: "No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído" (Hch 4, 20). Y ellos mismos invitan a los hombres de todos los tiempos a entrar en la alegría de su comunión con Cristo:
«Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, —pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, que estaba con el Padre y se nos manifestó— lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Os escribimos esto para que vuestro gozo sea completo» (1 Jn 1, 1-4).
En el centro de la catequesis: Cristo
426 "En el centro de la catequesis encontramos esencialmente una persona, la de Jesús de Nazaret, Unigénito del Padre [...]; que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros [...] Catequizar es [...] descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios [...]. Se trata de procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signos realizados por Él mismo" (CT 5). El fin de la catequesis: "conducir a la comunión con Jesucristo [...]; sólo Él puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad". (ibíd.).

427 «En la catequesis lo que se enseña es a Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios y todo lo demás en referencia a Él; el único que enseña es Cristo, y cualquier otro lo hace en la medida en que es portavoz suyo, permitiendo que Cristo enseñe por su boca [...]. Todo catequista debería poder aplicarse a sí mismo estas misteriosas palabras de Jesús: "Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado" (Jn 7, 16)» (ibid., 6).

428 El que está llamado a "enseñar a Cristo" debe por tanto, ante todo, buscar esta "ganancia sublime que es el conocimiento de Cristo"; es necesario "aceptar perder todas las cosas para ganar a Cristo, y ser hallado en Él" y "conocerle a Él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a Él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos" (Flp 3, 8-11).

429 De este conocimiento amoroso de Cristo es de donde brota el deseo de anunciarlo, de "evangelizar", y de llevar a otros al "sí" de la fe en Jesucristo. Y al mismo tiempo se hace sentir la necesidad de conocer siempre mejor esta fe. Con este fin, siguiendo el orden del Símbolo de la fe, presentaremos en primer lugar los principales títulos de Jesús: Cristo, Hijo de Dios, Señor (artículo 2). El Símbolo confiesa a continuación los principales misterios de la vida de Cristo: los de su Encarnación (artículo 3), los de su Pascua (artículos 4 y 5), y, por último, los de su glorificación (artículos 6 y 7).