¿Qué dice el primer mandamiento? “Amarás a Dios por sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo”.
¿Y el cuarto?
El cuarto dice: “Honrar padre y madre”.
¿Qué quiere decir “honrar”? “Honrar” quiere decir “respetar”, y se trata con respeto a quien se ama, por eso, el cuarto mandamiento, podría quedar así: “Honra padre y madre, respeta padre y madre, AMA padre y madre”. “Honrar” entonces es igual que “amar”: honro a mi padre y a mi madre, si los amo.
¿De qué manera podemos honrar a nuestros padres? De la misma manera a como les demostramos nuestro amor. Por ejemplo, ¿se puede decir que amamos a nuestros padres, si los tratamos mal, si les contestamos, si les levantamos la voz, si les desobedecemos? ¿Es una muestra de amor ser caprichosos? ¿Es una muestra de amor contestar enojados? ¿Es una muestra de amor pelear con los hermanos? ¿Amamos a nuestros padres si en vez de ayudarlos nos ponemos a jugar con la computadora?
Si nos portamos así, quiere decir que no amamos a nuestros padres.
Y entonces, nos preguntamos: ¿cómo podemos demostrar nuestro amor a nuestros padres? Tratándolos bien, con respeto, con cariño, con afecto, es decir, con AMOR. Honramos, respetamos, amamos a nuestros padres, cuando tratamos de obedecer lo antes posible, cuando contestamos con dulzura, cuando hacemos algo que necesitan sin que nos lo pidan, cuando les decimos cosas lindas.
El cuarto mandamiento, entonces, nos dice que debemos honrar a nuestros padres, y es un mandamiento muy lindo, porque todo lo que tenemos que hacer es querer mucho a nuestros papás.
Pero además es muy pero muy importante, porque no podemos venir a Misa y decirle a Jesús que lo queremos, si no queremos a nuestros padres y si no les hacemos caso.
Si yo le contesto mal a mi papá o a mi mamá, ¿cómo le voy a decir después a Dios que lo quiero? Tengo que tener amor en mi corazón, a mis papás, para tener amor a Dios en la Misa.
¿En quién nos podemos fijar para saber cómo hay que honrar y amar a los papás? En el Niño Jesús: Él amaba con muchísimo amor a sus papás, que eran su Padre adoptivo, San José, y la Virgen María. Siempre hacía todo lo que ellos necesitaban: ayudaba a su papá en la carpintería, y le hacía compras a su Mamá en el mercado, por ejemplo, y además iba siempre al templo a rezar a Dios y a leer la Biblia.
Y además, siempre pero siempre los trataba bien, con amor y dulzura, y nunca pero nunca, enojado o impaciente.
Así, como era el Niño Jesús con sus papás, así debemos ser nosotros con nuestros papás.